El sábado, 8 de junio de 2024, se celebraba en la localidad
madrileña de San Lorenzo de El Escorial el IIº Encuentro Nacional de Retirados
Asociados de la Guardia Civil de España (RAGCE).
Procedían
de todos los puntos de España. Centenares de guardias civiles, con sus verdes
uniformes, deambulaban por los ancestrales claustros del Real Centro
Universitario Mª Cristina de San Lorenzo de El Escorial, un escenario más
habituado a la presencia de estudiantes y monjes agustinos que a la de agentes
con tricornio y cartuchera.
Entre
ellos se mezclaban otros militares uniformados —legionarios, paracaidistas,
miembros de la Armada, tropas de Socorro, de diversas asociaciones del Cuerpo,
de veteranos, y hasta de la Asociación del Camino del Santo Grial, con sus
negros y vistosos atuendos—.
En
un ambiente de franca camaradería, asistían al IIº Encuentro Nacional de
Retirados Asociados de la Guardia Civil (RAGCE), una entidad creada en 2018 que
vela por los derechos e intereses de aquellos agentes de la Benemérita que ya
no están en el servicio activo —por retiro, accidentes o enfermedades—, así
como por el bienestar de sus viudas.
Tras
el himno nacional y la celebración de la Santa Misa, donde hubo un Homenaje a
los caídos con Banderines representativos de las distintas Hermandades, todos
en pie y cantando “La Muerte no es el Final”, se iniciaron los actos, que
contaron con la presencia del director general de Seguridad de la Comunidad de
Madrid, Luís Miguel González Morato; la Comisionada del gobierno de Madrid para
la atención a las Víctimas del Terrorismo, Rocío López; la segunda Teniente de
Alcalde del Ayuntamiento de San Lorenzo de El Escorial, Myriam Contreras; el
concejal del Ayuntamiento de Madrid, Javier Ortega Smith; la presidenta de
Honor de la AVT, Ángeles Pedraza; y el presidente de Honor de la Plataforma de
Apoyo a las Víctimas del Terrorismo, Miguel Ángel Folguera.
Entre
los mandos del Cuerpo que fueron galardonados con la Medalla al Guardia Civil
Veterano se encontraban los generales retirados, José Ramón Tostón de la Calle
y Mariano Martínez Luna; los coroneles Diego Pérez de los Cobos, jefe de la
Comandancia de Madrid; Manuel Sánchez Corbí, responsable del Servicio de
Protección y Seguridad; y Francisco Javier Molano, jefe de la Unidad UAR-CAE;
las tenientes coronel Cristina Moreno, jefe de la Comandancia de Guadalajara; y
Silvia Gil, jefe de la Comandancia de Teruel; y el teniente coronel Jesús
Santos Suárez, presidente de la Hermandad de Antiguos Caballeros Legionarios de
Burgos. También recibieron su reconocimiento varias asociaciones y hermandades
de veteranos. Y el nombramiento de los Socios Honoríficos de RAGCE, que en esta
ocasión recayeron en el General de Brigada Jefe de la Zona de la Guardia Civil
de Andalucía, Luís Ortega Carmona y las Comisarias de la Exposición Permanente
“Mujer y Guardia Civil”, la cabo 1º Carmen Carbajal y la guardia civil Pilar
Cascales.
Ovación del auditorio en pie
La
convención, brillantemente conducida por el periodista Isaac Palomares, que
ejerció como maestro de ceremonias, estuvo jalonada por atronadores aplausos y
momentos de gran emoción. Como el discurso de la presidenta de RAGCE, Lucía
Llano, que pidió a sus compañeros de la junta directiva y delegaciones que le
acompañasen en el escenario y que desgranó los objetivos alcanzados por la
entidad en sus seis años de vida. Logros como la aprobación de la Orden General
número 5, de 4 de julio, publicada en el Boletín Oficial de la Benemérita y que
trata sobre la relación institucional con el personal retirado del Cuerpo; la
creación de la TRGC, la Tarjeta de Retirado de la Guardia Civil; la inclusión,
en el Código de Conducta de la Guardia Civil, de los artículos 22 y 23 en los
que se recoge el reconocimiento al personal retirado y el debido respeto a los
predecesores.
El
auditorio, puesto en pie, dedicó una prolongada ovación a la presidenta de
RAGCE, visiblemente emocionada, especialmente al recordar el “Premio Sonia
Jiménez”, cofundadora de la asociación, y fallecida a causa del cáncer en 2021.
Esa distinción a la Solidaridad recayó en la Federación Española de Bancos de
Alimentos (FESBAL) y en la Hermandad del Cristo del Buen Fin de Sevilla, por su
labor en el Centro de Estimulación Precoz. Ahora, el Cristo del Buen Fin es el
Protector de los Guardias Civiles Retirados.
Otras
cinco asociaciones fueron galardonadas con la Medalla al Mérito por su labor
altruista: la Real Hermandad de Veteranos de las Fuerzas Armadas y Guardia
Civil, la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT), la Asociación Española
de Militares y Guardias Civiles con Discapacidad (ACIME), la Asociación
Distinciones de Mérito Santos Ángeles Custodios (SAC) y la Asociación Sonrisas.
Pero,
no fue el único momento en el que los casi 400 asistentes se pusieron en pie
para aplaudir. La misma escena se repitió tras la intervención del coronel
Diego Pérez de los Cobos, jefe de la Comandancia de Madrid, que jamás se
doblegó ante órdenes políticas y que vio su entereza premiada por los
tribunales de justicia. O en el momento en que recibió su reconocimiento el
coronel Manuel Sánchez Corbí, que estuvo al frente de la UCO y que, siendo
capitán en 1997, fue el artífice de la liberación de José Antonio Ortega Lara,
secuestrado por ETA durante 532 días.
La muerte no es el final
La
mayor emoción se vivió con el recuerdo y homenaje a los compañeros caídos en
acto de servicio. Como Dámaso Guillén, el héroe que se cruzó en la carretera
con su motocicleta para evitar que el vehículo robado por un delincuente, que
circulaba a gran velocidad, arrollase a un pelotón de jóvenes ciclistas en
Asturias. O Miguel Ángel González, del GEAS, y David Pérez, de los GAR,
asesinados por unos traficantes en aguas de Barbate (Cádiz) al embestirles con
una potente narcolancha. O el cabo Eneko Lira y el guardia Juan Jesús López,
muertos en un control en Los Palacios (Sevilla) cuando un camión perdió el
control y les arrolló. O el teniente coronel Jesús Gayoso, jefe del GAR,
fallecido a causa del Covid-19 cuando su unidad fue la primera en enfrentarse a
la amenaza de la pandemia. O el coronel Pedro Alfonso Casado, jefe de la Unidad
Especial de Intervención (UEI), muerto de un disparo de un hombre atrincherado
en Santovenia de Pisuerga (Valladolid). O José Antonio Rosa Alcocer, que murió
en acto de servicio, durante un operativo de registro, cayendo de una planta
superior de una nave a 12 metros de altura. O Fermín Garcés Hualde, el
histórico camionero que intervino, el 7 de junio de 1968, en el primer atentado
de ETA, el asesinato del guardia José Antonio Pardines, que se encaró con los
terroristas y que, como única recompensa pidió ingresar en el Cuerpo.
Y,
una vez más, el auditorio en pleno puesto en pie ovacionó durante largo rato a
Joaquín Echeverría, padre de Ignacio, el “héroe del monopatín”, un joven que,
con corazón benemérito, no dudó en enfrentarse a los terroristas yihadistas en
Londres en 2017.
Fue
en ese momento de recuerdo a los caídos cuando empezó a llover. Las finas gotas
llevaron el aromático petricor a las piedras centenarias del claustro
universitario. Eran, como dijo el presentador del acto, los ángeles que
lloraban desde el cielo, emocionados ante las muestras de cariño y unidad que
derrochan los hombres y mujeres de la Guardia Civil cada vez que recuerdan a
los compañeros que dan su vida en acto de servicio, en defensa de nuestras
libertades. Lo hacen desde la emoción, pero también, desde la convicción acerca
de su deber. Porque el Honor es su divisa. Y porque saben que la muerte no es
el final.
Artículo de Javier Algarra
Fuente: https://www.tribunabenemerita.es/index.php/guardia-civil/asociaciones-no-profesionales/14830-ii%C2%BA-encuentro-de-guardias-civiles-retirados-en-san-lorenzo-de-el-escorial.html